viernes, 12 de julio de 2013

Inquietud

Ando asesinándome con preguntas empozoñadas,
de la misma forma que me consumiría un cáncer.
Y me debato entre llamas de ruindad e infamia
esperando impaciente las estériles respuestas.

Creo que en mis ojos todavía perdura un rastro
de curiosidad. Vacilante.

La retórica es ya un placebo para mis recovecos;
mis labios ya no sentencian... no son verdugos.
Tan sólo deseo precipitarme muy lejos de la felonía,
retirarme muy dentro, reducida, y esconderme
donde puedan protegerme las leyes de la mascarada.

Y siento que en mis ojos todavía resiste un hilo
de fervor y confianza. Latente.

La candidez que antaño habitaba en mi talento
escogió mudarse este invierno a otros lares,
dejando un hondo pesar en sus lejanas pisadas
huyendo del gris desencanto de la experiencia.

Pero, creo que en mis ojos late un halo de esperanza.
Ilusión.



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