¿Que
sentimos cuando nos descubrimos decepcionados?
Nos
sentimos estúpidos y traicionados.
Y
se enrocan como un erizo nuestros sentidos,
dejando
alerta al mas afligido de los recelos.
Una
afilada hoja corta en sentido contrario nuestros nervios
y
esconde en las entrañas el sentido común juicioso y tolerante
sintiéndonos
a la par que solos, rotos, empujando la ira a bocajarro,
que
protegerá nuestros sentimientos del futuro incierto.
Así
nos privaremos de nuevos colores, aromas y emociones
haciendo
esquivo el deseo de arriesgar;
manteniendo
una distancia de mil fríos metros
entre
la neutra objetividad y el temeroso escepticismo,
sin
dar cabida al descubrimiento más inesperado.
El
miedo a la frustración nos recluirá en una celda de desapego
donde
la indiferencia será nuestro compañero y aliado,
liberándonos
de posibles disloques y dudosos entusiasmos.
Pero
el tiempo es un gran cauterizador de almas
y
la confianza regresa con la asignatura aprobada:
ya
no esperamos nada de nadie y nadie nos defrauda,
y
el desencanto y el enojo no puede alcanzarnos.
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