Aparentes ropajes de dudas te visten
inflamables a los dardos de mis miradas
que mis pies ya recorrieron mil distancias
antes de que se inventaran las excusas.
Tus razones repican como mentiras
en mi torpe y nerviosa intuición
que tan sólo tiene fe en el pasado
repleto de ganadas credenciales.
¿Fue el veneno de la desconfianza primero?
¿O los hechos los que alumbraron a la víbora?
Esa que ahora anida en nuestra cama
y nos aleja mientras moldeamos el futuro.
Vencerme quisiste con abrazos y calma
con veracidad y paciencia.
Ganarme, seducirme con palabras ciertas
con actos sin precedentes, sonrisas llenas,
como si tu mirada limpiase mi alma, por vez primera.
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