jueves, 26 de septiembre de 2013

To Mónika&Txiki

Hace unos días, mientras me sentía amparada por pan y vino, verdes muros, y generoso franco afecto, leía las crónicas de un señor bajito con traje de tergal al que sólo le faltaba el bigote para ser un perfecto caballero cristiano que bien podría servir de ejemplo. Y este buen señor explicaba su corta pero intensa experiencia en una red social, anteriormente conocida como "de contactos". Y lo hace a través de las múltiples personas que viven dentro de él, lo cual me hizo reparar en mi propia Legión: en mi interior también está el hooligan frustrado que me asedia con imágenes de ultraviolencia cuando algún despistado de mirada bovina me roza por la calle; la groupie pubescente que tararea con voz chillona en el escenario de mi comedor poseída por enigmáticas coreografías rebosantes de "chenchualidá" capaces de producir contracturas de nivel cinco; el simpatizante oligofrénico del Opus Dei con una suerte de cilicio de bolsillo, como si de toallitas húmedas se tratara, que se contrae chirriando ante las listas de personalidades televisivas más relevantes del momento (Señor, llévame pronto!); la simpática vecinita de la urbanización Mauthausen propietaria de una emergente fábrica de jabón y botones que derrocha en incienso para disimular el hedor de sus chimeneas y, por supuesto, la indignada revolucionaria que no se ríe de forma lobuna ante los chistes baratos de prensa y televisión sobre Chávez y que no niega con actitud borrica la manipulación mediática en los sucesos de Puente Llaguno. Y todos ellos, y muchos más titiriteros ("cómo estchán uchtedeees?"), conviven afablemente con la del pan y el vino. Con la elemental rapaza de los montes y la tragaldabas devoradora de celuloide. 





Y volviendo al tema tratado con suma magnitud por el señor bajito terminaré diciendo qué, gracias a los escarnios que, entre muchos otros, internet nos ha proporcionado con sus webs de contacto social tipo www.elamordetuvida.com (ouch yeah!) como expresa una buena amiga, lo que antaño era mundialmente consabido y consentido como "cita-polvo-adiós" ahora se ha reducido tristemente en algunos casos a "cita-adiós". Es lo que conlleva demasiada oferta. Que uno se habitúa y se pierden las buenas costumbres.

        Para mis buenos amigos norteños; que continuemos muchos años más llagándonos la boca de tanto reír.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Encontrar el lugar

Tarjetas de diez usos; compras rituales de corta espera. Movimientos, dilación.
Respuestas concertadas; oscilación indolente. El repicar insolente de las siete.
Sin pretextos para levantarse e incorporarse al flujo incesante de mediocridad.
De ceguera. De banalidad. De persistente y desahuciada melancolía.
De fatiga constante, perenne incomodidad. Distante al minuto de mi veracidad.
Las risas espontáneas olvidadas en otra de las cajas. Junto a mi sorpresa y admiración.
Un envalentonado asma se come lo poco que queda de mi, ocultando mi certeza.
Y me abrazo a los cables que unen mis oídos al repetidor, saltando escalones hacia atrás.
Malteando los días sinónimos de otros días con recuerdos acompañados de vino y pan.
Esforzándome por pretender que me inunda lo que sólo me acaricia desde la comodidad.

Yo quiero sentir frío indomable, curvar la mirada para abarcar;
que me abrace o me empuje la impredecible inmensidad.
Tenderme a dibujar con las nubes, descalzarme para entrar en mi hogar.
Trepar y correr jadeando, viva, sencilla, sin máscaras ni disfraz.

Y esta realidad que alimento y no deseo, que repito y consiento,
me aturde y convence, sin permitirme dudas y afianzando el engaño.
Me retiene y se argumenta en cientos de excusas, que ya no tienen lugar.

Porque yo encontré mi lugar, tiempo atrás. Y mi tormento y suplicio es entenderlo y aceptarlo,
sin recursos cercanos para poder escapar.




miércoles, 4 de septiembre de 2013

Llanto mudo

Sangre, infierno, dolor, fe, intenciones, desesperación, histeria, curación, mentiras, terror, ignorancia, superstición, fanatismo, absolución, delirio, más mentiras, arcadas, madre, egoísmo, confesión, maleta, rotuladores, destino, amnesia, deliberación, Naruto, infancia, accidente, justicia, enfermedad mental, derecho, excusas, invisible, atrocidad, muerte, muerte, muerte.


      "Al nacer lloramos, porque entramos en este vasto manicomio"
                                                                                         El rey Lear, William Shakespeare



                                     ("El malvado Zaroff, 1932)

martes, 3 de septiembre de 2013

Terminar contigo

Las fauces ajenas chirrían, y entre chasquido y jerga, intuyo lisonjas y caricias. 
Pero no hay espejo que devuelva firmeza; ni imagen que reponga inocencia.
La estantería disponible sólo acumula polvo y desengaño, partículas del pretérito.
Y no recuerdo cuál es la caja donde escondí mi fe en las promesas. No la etiqueté.
Para no arriesgar, no abriré ninguna. Pandora me canturrea al oído, versada tutora.
Mis costuras ahora se afianzan desde los escombros de la candidez hacia la cautela.
Y medito sin apremio ni zozobra; no hay señuelos que me espoleen ni susurros de sirena.

Aquí saldan las feroces aguas blancas de mis pensamientos:
mi biografía no debió terminar contigo. Debió comenzar sin ti.

jueves, 29 de agosto de 2013

Herida

Y el dolor te retuerce, doblegándote sobre ti mismo, partiéndote en dos.
No puedes ver más allá de sus ojos, aunque, nunca viste mucho más.
La ansiedad se alimenta de pensamientos en bucle, a los que no puedes alejar.
Y tu mente no puede asimilar el tormento, tras la ventana, al verles partir.
Ella te advirtió: “La gente herida es peligrosa. Sabe que puede sobrevivir".
Y aún así, decidido, escogiste posar tus alas al final de su cálida espalda.
El placer exquisito del dolor más intenso. La entrega de tu voluntad.
A cambio, ella se fingió dispuesta para ti en cada instante. Siempre.
Y, aquella fría mañana de verano te devoró, escupiendo piel y huesos,
mientras regresaba sin volver la vista atrás, a su cama junto a él.

                   
              Inspirada tras revisionar "Damage", de Louis Malle.

miércoles, 7 de agosto de 2013

La singularidad de los cuerpos extraños

Y si todo fuera un sueño? Y si no desperté, tras acostarme aquella noche, luego de colisionar con la certera realidad? Y si ya no crecí más, salvo en mi sueño? Si todo lo que creo haber vivido, recorrido, gozado, no ha existido. O quizá, algunos de mis compañeros, Krauss, Meissner, Pacini y Ruffini me llevaron al engaño, haciéndome creer que todo era real.

Y si tan sólo soy un cuerpo extraño, obumbrata et velata, abandonado en un lecho solitario, que bucea en un mar onírico de emociones gestadas por mi propia mente, enferma y pútrida?

No estoy aquí; sigo confundida en aquella cama.
No escribo estas palabras enlazadas por letras y espacios. Ceros y unos.
Lenguaje para que otros cuerpos extraños,
tan lejanos, tan cercanos, tan sinónimos, tan distintos,
puedan descifrarme.

Pero esto no es real.
La música que me mece sólo suena en mi cerebro. Sólo sucede en mí.

Y ninguno de vosotros existís.



domingo, 28 de julio de 2013

La noche de los Hipsters vivientes

Noche de calor pegajosa, de las que el asfalto se adhiere a las suelas cansadas. Bochorno, quemazón interna, que ni las cervezas enlatadas, al suelo arrimadas, alivian. Volvemos a encontrarnos los tres, como tantas noches, entre risas, miradas y consuelos, de esos que sólo la confianza trabajada y la creencia recorrida avalan. Y me hablan de nuevos géneros, de nuevas fórmulas. La misma basura con diferente disfraz. "Te hablarán de cortos, de espiritualidad, de forma profunda" me advierten, entre espumarajos huyendo de mí por la nariz. "Están por todas partes; no los has visto?", y yo en mi retiro de ciento ochenta días, ignorante de lo que se avecina. "Son listos, y rápidos", me previenen. Y ya no es miedo lo que siento. Si no, cada vez, más lástima. A nuestro lado, ponen la banda sonora unos desapegados de fingidas felicidades por su exiliada necesidad social. Son lo mismo, pero en lugar de camisas de cuadros y largas barbas de imitación leñadora, se pintan con dos dedos de mugre y ropas ajadas. Y todos se ven diferentes. Y todos se ven únicos. Y no son más que la misma inmundicia con diferente traje. Y se levantan y vienen a alimentarse de tu cerebro. Intentan meter en tu mente nuevos ideales, que son los mismos que me abochornan, adornados con insólitos lenguajes. Modernos falsos profetas portadores de la verdad absoluta. Y sólo necesito huir. Lejos de una especie que no me corresponde, que no me representa y que me hace sentir tan avergonzada... Menos mal que en mi camino me crucé con algunos de vosotros, que sois partes de mi reflejo. Si no, ya me habría escondido en las galerías de los Morlocks. Allí me sentiría más a salvo.