miércoles, 24 de noviembre de 2021

El mandril es él.

 

Erosiona orientar a un sinónimo,

predicar como se desnuda la belleza,

civilizar el alma viciada

por tanta premura y pereza.


Rutinas de trono adquiridas

por lapsos de inconsistencia

de abundancia sin apetito

y fragancia que sepulta ausencia.


No deseo abrir un camino

a la inepta limitación ajena

no quiero ser el maestro,

abatido libertador de cadenas.


Porque eso son las torpezas:

ignorancia y descarada osadía

que envalentona la soberbia,

dejando la estancia vacía

que aterida aspereza hospeda.


Para Amalia, mi hermana, mi amiga, la que calma mi mente, y comprensión, risas y sabio consejo me entrega. Gracias.

martes, 23 de noviembre de 2021

Entrenar la lírica

 

No existe una licencia de bardo..

No se aprende a ser poeta...


O grita desde las entrañas,

rugiendo,

o es placebo de manual.


No se puede entrenar la lírica.

No hay series que repetir.


El dolor del alma no se domestica.

Ni te acostumbras

ni se puede enjaular.


lunes, 1 de noviembre de 2021

El marinero y el Quinotauro

 

Marinero cretense de ensortijado cabello,

partió sin mapa ni destino en su Argo velero.

Alma inquieta, avizor y celosa..

los ojos callados...

espera fulgor generoso que oriente al ocaso.

Nueve sibilas cantaban a su paso por Enez Sun,

musitaban su nombre, sentadas en funestos riscos,

clamaban al mar y al viento que le tentasen,

imantando la nave hacia sus escarpados peligros.

Egeo navegante que implora al hijo de Lir

densa calima insondable para no sucumbir.

Alejado de sus dioses y azorado,

suspira al legítimo progenitor de Meroveo,

que arrastrará la goleta con sus nervudas astas

cautivo incesante de su ansiado laureo.

Llora a una de las cincuenta ninfas del mar,

a la nieta de la titánide, la más bella y tenaz,

la que guarda las cenizas del portador de la lanza

que truncó el aliento del primogénito de Ilión.

La llora y la gime, respira su nombre y aguarda.


Marinero vencido que cincela vertellos

la piel atezada y salada

esperando el destello.


viernes, 21 de mayo de 2021

Kinder para monguers

 

La irritabilidad y la ansiedad son mayores mientras las hembras ovulamos, consabido hecho. La fatiga, la tristeza y el gimoteo aumentan durante los primeros días de la menstruación. Y la introspección a la que sometemos a nuestra quejumbrosa mente es martirizante. Eso, sumado a la escucha reincidente the “The bluest blues” de Mr. Lee, castraron mis escasos medios de comprensión por mis congéneres durante los pasados días. Derrumbada, mustia y mortecina deambulaba yo por estos lares, sin mayor interés que el de la ficción antropológico-forense, hasta que un episodio de la vida real me devolvió a mi estado natural: el de la risa tronchante.


Una noche, tan sólo hizo falta una sola noche, para que el descojone pantagruélico tomase posesión por medio de mis arterias y nervios, inundando rápidamente todo mi torrente sanguíneo, hasta asentarse cómodamente en mi curtido sistema nervioso central desatando hipotálamo y amígdala. Surgieron pues, soterrados aullidos de hiena entremezclados con estertores epilépticos incontrolables, mocos y lágrimas colapsando las inhalaciones de oxigeno, la mandíbula doliente por tanta maniobra y estropicio -tanto fue el jolgorio- y la mente sumida en una suerte de drogada máxima inherente al suceso recién acontecido, que a continuación voy a narrar:


Macho sano y en pleno vigor tropieza en su camino con hembra compatible (es decir, deseable zezualmente). Resumiendo: se la pone dura, pero dura; esos ojos, esos labios, ese cuello, esa melena... La hembra, generosa ella, y con curiosidad innata, ya no por conocer al macho, si no por desacreditar ese mantra acuñado por años de experiencia, de que “todos son iguales” (de imbéciles, se presupone), acepta una cita para conocerse físicamente (hasta ese momento todo su contacto se ha basado en varios mensajes escritos y un par de grabaciones de audio, intensos sí, pero escasos e insustanciales).


Tras concretar una cita confinada de viernes (horario reducido) se produce el gran momento, el encuentro. Pasadas las ocho de la tarde -estudiada la llegada para la posterior invitación, o bien a compartir tálamo o a partir- suena el timbre como los trombones de “Feeling good”, presagiando la catarsis que acontecería más tarde. La hembra amable y risueña, recibiendo; el macho, altivo y distante, desdeñándola. En las sucesivas dos horas y media, asombro, incredulidad, enigma y esperpento llenaron la estancia dejando a la hembra y a servidora sumidas en la más rocambolesca de las coyunturas. El macho no dirigió una mirada de soslayo a la hembra. Toda su atención, escasa por las limitaciones, se centró en mi estupefacta personita. La hembra, perspicaz y ágil ella, pronto se percató de lo grotesco del comportamiento del macho, y se aburrió, proponiendo el desplazamiento al estado horizontal, no sin antes permitir, caritativamente, al patán verraco pernoctar en el sofá. Bostezos y somnolientos estiramientos acompañaron a la frase “uffff, estamos muy cansadas, nos vamos a dormir”. Los arrastrados pasos hasta el dormitorio, los murmullos de “qué sueño amiga” y “sí, yo también estoy muy cansada” corearon el taciturno alejamiento. Silencio absoluto. Durante los primeros minutos. Pero una vez la astuta mirada de la hembra se cruzó con mi incipiente bizqueo rebosante de desconcierto, se produjo la verbena. Ambas desternillándonos sin pudor alguno, sin decoro ni miramiento, llenos los carrillos de antítesis de “comida sana” y con tal alborozo que en instante de lucidez se temió por la visita de una pareja de las fuerzas de seguridad ciudadana. Y qué sana es la risa! Y como nos devuelve a un estado de sagacidad e ingenio! Y como transmuta un momento de vergüenza ajena en un tolerado golpe de realidad. Tan sólo fueron necesarios escasos quince minutos de hilaridad para que las mentes restasen importancia a lo absurdo de los momentos pasados, resetearan y volvieran a los orígenes, a la reconocida esencia.


Y eso nos lleva a la famosa frase popular de que “no hay mal que por bien no venga”. La hembra esa noche no disfrutó de un coito, cierto, pero el análogo pitorreo fue mucho más satisfactorio. O eso ilustran los precedentes.

miércoles, 17 de marzo de 2021

Oligofrénicos anónimos

 

Me he hecho miembro de un club.

Recientemente; ya pertenezco a un colectivo.

Me siento mucho mejor: más feliz y vitalista.

Arropada y protegida, formo parte de algo mucho más grande,

identificada, por fin.

Ya puedo definirme, etiquetarme,

y me siento comprendida.

Camino por las calles con el mentón apuntando a las nubes,

desafiante,

orgullosa y segura,

cada paso resonando como un eco infinito.

Ahora me rio diferente: mi aroma ha mejorado.

Mis pestañas son infinitas hoy, mis labios más sensuales

y mis glúteos más redondos y firmes.

El café de la mañana sabe distinto, extraordinario,

y mis pequeños pies siempre están cálidos.

Me arropan cientos de miles de congéneres;

¡no pueden estar equivocados!

Al fin me palpo completa y dichosa.

Afortunada por pertenecer a un grupo.


Ya realizo compras online.


martes, 9 de marzo de 2021

Adherencia

 

Situaciones desfiguradas a voluntad;

mismo lugar, similar presencia... firme atalaya.

Las escenas influyen en las radiofrecuencias,

esas que esterilizan las almas.

Almas llenas de impurezas, de residuos,

que oscurecen ternura y hechizo.

No puedes estafar a mi amor con mendacidad,

ni subyugar mi esencia con la carne.

No soy fácil.

Ni estoy tan hambrienta.

Podrías haber acariciado mi esencia,

pero escogiste ser viento,

y el viento pasa rozando,

pero no deja en mi ni erosión ni anhelo.

lunes, 1 de marzo de 2021

O.W.

Él es la piedra, las olas, el viento...


Titánico en presencia y propósito,

fragilidad recóndita bajo la capa.

Marionetista de luz y sombra,

bardo de atónitas pupilas.


Él es el muro, cima y la imposible hazaña...


Erosionado y desgastado,

no por las penurias ni la ingratitud,

tan sólo por la deslealtad y la felonía

de aquel al que brinda su electa risa.


Él fue arte, prodigio y talento...


jueves, 21 de enero de 2021

AJENA CORTESÍA

 

Alienada en el ordinario circo social,

prestando servicios a la necia masa,

entre lágrimas de aceptación y esterilidad,

cruzo puertas bajo rodillas de jueces.


Miradas de reojo y desaprobación

que dictaminan mi valía y empeño.

No perfilan mi piel, no ven lo que yo.

Y escrutan en prontos tempos mi verbo.


Qué agudeza visionaria poseen!

Qué incomparables talentos!

Esos que ponen precio a mi ingenio

y presentan evidencias de mi torpeza.