Las pérdidas a mi alrededor me hacen anhelar el control;
me desarman, me vulneran y laceran
tornando mi fortaleza en miedo y urgencia,
pánico espantoso que devora capacidad y talentos.
Ahora tengo arrinconado a mi miedo,
pero quiero atraparlo en una celda inexpugnable,
en una galera de la que no pueda escapar;
controlar su voracidad y potestad; someterlo.
Porque el miedo mata la mente,
y esa es la pequeña muerte
que conduce a la destrucción total.
Y quiero no tener miedo. No quiero.
Construiré una trampa
que el miedo no podrá eludir...
Y eso me hará ser libre
para aceptar el dolor.
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