domingo, 28 de julio de 2024

Mitomanía sin prescripción

No hace demasiado, hablaba con mi amiga Sira

-avezada ella en la observación y análisis de los patrones humanos-,

sorbiendo edulcorado té y exhalando arsénico, benceno, berilio y cromo,

llegando, por fin, el dilatado coloquio a su cúspide analítica:

nuestros coetáneos fariseos.


Ahora ya no hay que estudiar una carrera...

¡hay que inventársela!

En su progresiva e inquietante indagación antropológica,

llegó mi amiga a escudriñar en los oscuros y decadentes pasajes de las redes sociales (arriesgando así su salubridad y lozanía intelectual),

rastreando en los más ocultos e impúdicos cobijos,

revelando así, lo que es capaz de urdir la sesera humana escudada por el anonimato o la despersonalización (voluntaria, no el trastorno).


Actualmente puedes crear tu propia entidad, todo aquello que sueñas ser”,

ella me explicaba, ya curtida en mendacidad y sainetes,

¡que la peña se inventa hasta títulos universitarios, profesiones, ex parejas!”,

continuaba exasperada y abatida,

augurando, imagino, lo que le espera a su nonato retoño: una consentida caterva de mitomanía sin prescripción.


¡Nunca en la historia de la humanidad coexistieron tal proporción de talento, belleza, triunfo y gloria en el mismo instante!


Si alguna entidad foránea nos observase, tan sólo a través de las fábulas que vendemos, creería fervientemente que este cúmulo de animales sociales,

famélicos y ávidos de reconocimiento o atención, inseguros e inestables,

está compuesto por semidioses.

Todo lo opuesto a la realidad, desgraciadamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.