Cerca del mar, de la orilla, quedaron sus memorias;
rastros lacerantes aún, castigan,
con notas sutiles de la sal de su boca.
Viajeros distantes creyeron leernos, desde la veloz ventana del tren.
Imaginaron, suspirando, nuestras vidas protegidas tras las rocas.
Observé su ardiente empeño, su oscilación...
escuché su verbo, sentí su tacto que abrasa, su pasión...
Esbozándome en su presente.
sin valerse del color exacto,
recitó desde la vacilación y el temor.
Pero la realidad que el viajero no advirtió,
lo que los ingenuos ojos no divisaron,
es que todo fue irreal, una codiciada quimera,
una fábula desesperada... que mi alma no creyó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.