viernes, 13 de noviembre de 2020

Pútrida seguridad

 

La escarcha, obstinada, fue recorriendo las arterias,

atascándolas,

privando de calidez toda la moldura,

exhalando un hálito de hollín, craso y gris,

que impide atisbar la estancia, antes candente y rojiza

como en un apasionado atardecer de estío.


El reflejo no torna la misma mirada,

la superficie es más fría y opaca,

el verbo no escala, olvidó trepar...

Ya no seduce ni fascina.

La farsa ha sido desvestida:

sólo queda la pútrida realidad.


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