sábado, 26 de septiembre de 2020

¿Inclusión?

 

Ahora somos ellas...

Ya no necesitan la castración, tan sólo señalar.


No era suficiente desmasculinizar, quieren mutilar.

Cohibir nuestra naturaleza, nuestra virilidad;

ahora yo soy ella, y ella es...? La que manda y ordena.


Que observemos mientras estallan en colores.

Mira pero no toques; toca pero no disfrutes...

Aduanas impuestas por rancios y vetustos rencores.


Elefantes y víboras decolorados por Principesas

las mismas que subastan a saldo sus ósculos y piel

orgullosas blandiendo sus exultantes banderas.


Triunfos de catódicas leyes y oportunistas dirigentes

aniquilando biología y ancestrales memorias heredadas,

orden innato calcinado a los 451 grados convenientes.


Sus reglas son nuestra libertad, prestada y condicional.

Nuestros ojos postulando un perdón preventivo,

deseo cohibido que acudirá ya extinto a su funeral.


El futuro depara galeras de pesadas cadenas

preceptos de escasas fronteras, límites que prenderán

a los furtivos que osados atesoren su dignidad.



sábado, 19 de septiembre de 2020

Blabla bla bla

 

Bla, bla bla blabla blabla bla

blabla blabla blabla bla blabla blablabla

Bla bla blablabla bla bla blabla bla bla blalba bla bla blabla bla bla blablabla bla bla blablabla

Bla blabla blablablabla bla bla blablablabla blablablabla bla bla

la blablabla bla bla blablablabla bla blabla blablabla blabla blabla bla bla bla blabla bla

bla blablabla blablabla bla bla blablabla blablablabla bla blablabla

bla bla blabla bla blabla blablabla

bla blabla bla bla blablablabla

Bla Blabla bla blablabla blablablabla bla blablablabla bla blablabla

bla blablabla bla blabla blablablabla bla blablabla

bla blabla blablablabla bla bla blablablablabla

Bla blablabla bla blabla bla blablabla Blablabla

Bla blabla bla bla Blablabla blabla bla blablabla bla blablablabla bla blabla blabla bla blablablabla.



domingo, 13 de septiembre de 2020

La fábula de la Terminal 1

 

Amores de veinte minutos,

pasiones incomparables,

teamos” de cantinela,

y mentiras en tela de araña...



Veinte minutos de colisión fueron suficiente...

La retina obturó forma y gesto. Sucinto recuerdo que perduró sempiterno en la memoria.

Meses de latente turbación y relegada mística presencia, gestando suspendida vehemencia y adoración en coltán.

La anónima señal rescató su intensa mirada y la reconocida fragancia acudió veloz a su corteza entorrinal. Selecto glosario de seductoras promesas, impulsaron deseos y carencias, afligidos desaires sin cauterizar. Acariciando las precisas teclas, con alegoría de cristal, se erectó el amor. Desvanecidos los tormentos pasados sólo aguardaba la sincronía nupcial.

Irrefutable franqueza, desnudos los errores e infancia, sin disfrazar la más mínima fracción, comenzando limpio, diferente, ¡no desean repetir patrones ni sentir lo evocado!

Ese inflamado e incuestionable amor fue cuajando en la distancia, pero adobado por tiempos legítimos de incondicional entrega y fidelidad absoluta. Deleitada suspensión.

La espera de contenidas lágrimas al otro lado de la puerta, arrastrando la maleta repleta de biografía inconfesa, despertó el miedo: ¡su deseo y amor barrerían los recelos e inseguridades!

La imagen impronta tiempo ha no estaba siendo honesta: no había reconocimiento ni cercanía. Dos desconocidos encaminados a un hogar construido desde la quimera.

Al entrar, ella posó su mano en el hombro de él, y le contempló con aquella mirada en la que una vez se perdió. Pero en esta ocasión, el frío de la decepción le atravesó escarchando sus arterias.

Él sintió el peso de su ignorancia e ingenuidad, del forzado credo, y sintió alivio.

Te llamaré cuando esté alojada”, mientras cruzaba su último umbral. Él nunca esperó.