Desde el primer encuentro casual,
la voz, la piel, las parejas vibraciones,
los ingenios comenzaron a engranarse.
Sin contacto ni roce, clavaste tu aguijón
incitando la admiración y el asombro.
Pero no era el paraje oportuno.
Desgaste, caída y desconsuelo,
lapso de decisiones y catarsis,
que debieron tomarse mucho antes;
necesidad de despejar el camino, de desatarse...
Llegaron la dicción, los bagajes y los arpegios
fotograma a fotograma, hilaridad compartida,
almas que se anexan porque no pueden eludirse,
compartiendo instantes, rompiendo patrones.
Pero todavía era demasiado pronto.
¡Maldita gravedad indomable!
Lidiando por negar lo inevitable
y por fin la explosión de pasión contenida
el sabor adictivo, la carne que cautiva,
mentes en colisión que fusionan
y esa intensa mirada que todo penetra.
Para y por Marc,