Para ti Berto, Rigoberto, Bertolucci...
mi mejor amigo... mi alegría y mi consuelo...
Mi perruno, mi gordo, mi pitu... mi
compañero de vida... mi niño.
Tan tímido y prudente siempre. Tan
dicharachero y risueño. Todo amor en tu mirada.
Entero dulzura y ternura en tus cinco
kilines y medio.
Siempre viniendo a recibirme cuando
llegaba y despidiéndome todas las mañanas...
Siempre a mi lado. En las noches,
viendo nuestra serie favorita, y estirado entre mis brazos al dormir.
Ladeabas tu cabecita para mirarme, con esos ojos de amor infinito. Tu
delicado maullidito reclamando mimos o atención me hacía quererte
aún más, si cabe!
Cómo me hacías reír en tus batallas
imaginarias con las sardinas, Bizco y Pérez!
Y con tus veloces carreras de cachorro
cuando salías del aseo!
Cuánto hemos sonreído al verte panza
arriba, haciendo tus ruiditos de paloma!
Qué valiente siempre en todas tus
pruebas medicas e ingresos!!! Y qué bueno siempre para tomar tus
interminables sesiones de medicinas! Ni un mal gesto. Ni un reproche.
Ni un enfado.
Resignado, las tomabas una tras otra y
luego eras el de siempre. Al igual que en las eternas idas y venidas
al veterinario. Paciente y agradecido, además.
No ha habido un compañero más
cariñoso ni cuidadoso: con tu patita me tocabas, ligero, casi
imperceptible, para que te prestase atención, con una dulzura
incomparable.
Cómo disfrutabas curioseando todo lo
que era nuevo! Desde un alimento a un calcetín. Te entusiasmaba
olerlo todo! Tú pequeña naricilla rosada se movía de una forma tan
bonita.
Y tu olor... podía pasar el tiempo
sólo abrazada a ti oliéndote. Me llenaba de paz y felicidad el ser
consciente de que estabas ahí, conmigo, y tan cerca y deseaba parar
en ese instante, que no transcurriera el tiempo. No necesitaba nada
más. Sólo que tú estuvieras sano, feliz y dicharachero.
Ahora pienso en que debería haber
pasado más tiempo contigo... que debería haber jugado más, haberte
acariciado más, haberte prestado todavía más atención... A veces,
por cansancio del día a día, a veces por mis malditas
preocupaciones. Lo siento tanto, Berto!!!
No puedo borrar mis errores, cómo pude
dejarte partir durante aquel tiempo? Pero volviste a mi, y te prometí
que tu vida será la mejor. Que nunca te dejaría. Que te cuidaría y
amaría para siempre.
Ahora nos has dejado. Y el dolor es
infinito, insoportable. El vacío, profundo y oscuro, desconsolado,
que nada ni nadie podrá llenar.
Mi niño... mi amor... mi amigo... mi
compañero... mi todo. El amor de mi vida has sido y serás por siempre.
Nunca dejaré de quererte desde lo más
hondo de mis entrañas. Mi Berto.
08/02/2020