viernes, 22 de noviembre de 2013

Cavando en el ánimo... una vez más.

Te levantas una mañana más, otra símil a tantas, ya reducidas por periodos anteriores a un punto temporal determinado, que van y vienen, pasan por la cinta transportadora, y se descuidan por semejarse demasiado a lo redundante. Y en esa costumbre, en la que habitan como inquilinos vitalicios la inseguridad y la duda, en cada percepción, en cada representación, en todos mis propósitos y empeños, una mañana cualquiera, sorprende una discreta brisa con el ánimo de cien vendavales. Y la pobre marioneta que soy, temblorosa unos tempos e insaciable en otros, pero siempre insatisfecha, se deja acariciar durante un instante por esa mano de admiración foránea, de forma temporal pero agasajante. En ese momento, todo se afianza; todo vuelve a tener sentido. El dolor se apacigua. El miedo se retira, y la confianza hunde su bandera. Y vuelvo a creer en mí: en mis sentidos alerta, en mi peculiar paladar, en mi visión de lo que me envuelve, ajena a doctrinas impuestas, y en mis recursos para revelarme. Rescato a mi orgullo por resistir, por no vencerme bajo el peso de la exigente mediocridad que te relega a una esquina de soledad e indiferencia. Siento gloria por ser interpretada sin manual. Siento deleite por saberme reconocida o intuida. Y se vuelve a henchir de coraje ese depósito de inspiración e ingenio. Entonces, el talento, a veces entumecido, se torna atrevido y audaz, espoleando imágenes y bocetos, gestando y concibiendo y demandando más y más... Y regreso a mí misma, una vez más, viva.

                           Para mis "amis" (incluyendo a Agustín, en esta ocasión), que devuelven mis pasajes reflejados en sus iris. Por vuestro apoyo y cariño incondicional. (Escribo mientras escucho "Join me on my Avalanche" de la b.s.o. compuesta por Explosions in the sky, "Prince Avalanche" 2013. Gracias a ti también, amigo).